Por Christian Bordón, director de Peercoach y académico de la Universidad Finis Terrae
Los cambios en los escenarios laborales son inminentes y la necesidad de liderarlos cada vez se vuelve un desafío mayor. Esto en gran medida se debe a que los trabajadores también han modificado sus requisitos al momento de aceptar un nuevo puesto, privilegiando -en algunas ocasiones- el teletrabajo, un horario flexible, la posibilidad de crecer dentro de la institución, entre otros.
El rol del líder es fundamental para fortalecer una sana relación entre colaboradores y organización y existen banderas que dan luz verde cuando hay buen ambiente laboral. Para ello, algunas de las buenas prácticas del líder que hoy requieren las organizaciones son:
Construir confianza: trabajar por objetivo es un acto de confianza en relación las capacidades del trabajador y entender que las personas tienen una vida laboral y una personal. La base para lograrlo es invertir los primeros días de vida laboral del colaborador explicándole su rol dentro de la organización, sus objetivos y las expectativas que se tienen de él. Eso yo creo que todos los sabemos, pero lo que no todo hacen es la inducción inversa, preguntar al colaborador cuál es el rol de la organización en su vida, cuáles son sus objetivos, prioridades y expectativas.
Fomentar el dialogo: una relación saludable se compone también de tener conversaciones incómodas, que pueden ser ocasionales o breves, pero que permitirán que el problema no pase a mayores y pueda ser solucionado a tiempo. Es fundamental tener una buena comunicación y facilitar instancias de diálogo para resolver las diferencias o puntos de vista que puedan existir.
Propiciar un espacio de confianza: de la mano con que cada profesional entienda su rol en la empresa, también es importante que el trabajador sienta la confianza para comunicar cuando no tiene el conocimiento para llevar a cabo una tarea. Gracias a este ambiente de confianza, se logran evitar errores que podrían provocar grandes costos para las compañías o clientes.
Formar líderes: cada empresa debiera formar lideres para aumentar el desarrollo de talento. El paradigma cambia al desarrollar las capacidades desde sus fortalezas y no desde la brecha. Esto permite potenciar, desafiar y al mismo tiempo reconocer al colaborador por sus habilidades particulares.
Propiciar espacios y actividades entre áreas: hoy el lugar de trabajo es un lugar de encuentro, pero no debemos abusar de reuniones. La eficiencia y productividad de cada colaborador es lo más importante, por lo que se debe resignificar el lugar de trabajo como un espacio no solo para ir a trabajar, sino que más bien como un área de identificación y sentido de pertenencia. No obliguemos a hacer las cosas por hacerlas.
El líder debe construir equipos multiculturales: una organización activa con recursos vivos sin límites es igual a la diversidad de personas, culturas y experiencias que coexisten para conseguir un mismo objetivo. El líder actual entiende que el primer conocimiento proviene de las personas del equipo y la primera respuesta que debe encontrar está en sus colaboradores. Mientras más información podamos tener desde las personas es más probable que se pueda construir una organización flexible, dinámica, abierta a los cambios y atenta al entorno.