– El verano de 2023 fue uno de los más devastadores del siglo, con más de 425 mil hectáreas arrasadas, casi cuatro veces más que en 2022.
– Desde Reale Seguros remarcan que los descuidos son una de las causas más comunes de las emergencias, por lo que es fundamental tomar consciencia.
Chile ha registrado un brusco aumento de los incendios forestales en la última década en comparación a los primeros años de este siglo. Según datos de la Universidad de Maryland, la comparación entre el período 2000-2010 versus 2011 en adelante evidencia un incremento del 254 por ciento en las hectáreas arrasadas.
La tendencia se ha mantenido al alza y el año pasado se registró la segunda mayor cifra de hectáreas arrasadas por el fuego. Entre enero y abril de 2023 –la denominada temporada de incendios–, la Corporación Nacional Forestal (CONAF) contabilizó 426 mil hectáreas quemadas (la segunda mayor de este siglo, tras las más de 500 mil de 2015).
“Las olas de calor que se proyectan puedan suceder repetidamente en esta temporada estival hacen tanto o más relevante el rol de los ciudadanos en la prevención de los incendios. Debemos tomar aún más conciencia de los enormes daños materiales, ambientales y humanos que conlleva un incendio forestal para el país, su desarrollo y sus habitantes”, sostienen desde Reale Seguros.
De acuerdo a la misma CONAF, el 99,7 por ciento de los incendios forestales en el país son consecuencia de la acción humana. Las causas son variadas: descuidos o negligencias en la manipulación de fuentes de calor, o por prácticas agrícolas o por intencionalidad, originada en motivaciones de distinto tipo, incluso la delictiva.
Prevenir es el camino
Desde Reale Seguros exponen que al tener los incendios forestales un origen antrópico (causados por el ser humano o sus actividades), resulta fundamental avanzar en una mayor concientización en la materia. Más aún en un contexto marcado por el aumento de las emergencias y las condiciones vinculadas con el cambio climático (sequías, olas de calor, entre otras).
En promedio, al año se ocasionan siete mil siniestros en todo el territorio. De ellos, menos del uno por ciento corresponde a megaincendios, que arrasan con el 60 por ciento de la superficie quemada. La mayor parte de las emergencias causan daños menores a cinco hectáreas y se estima que casi seis de cada diez eventos se localizan en la interfaz urbano-rural.
De acuerdo a la CONAF, existen un total de 95 causas específicas para las emergencias forestales, pero éstas se pueden agrupar en tres categorías: por descuidos, accidentales e intencionales. Una de las recomendaciones más importantes para prevenir la expansión del fuego es colaborar con las autoridades en la detección y alerta temprana de focos de riesgo.
De hecho, los organismos encargados han hecho hincapié en el rol que la ciudadanía tiene en mitigar los impactos de los incendios forestales. Primero, lógicamente, con su buen comportamiento: cumplir con la regulación sobre quema de pastizales, prohibido durante los meses de verano; evitar las fogatas recreativas o tirar colillas en zonas con vegetación; y/o conocer muy bien las fuentes de agua cercanas si es indispensable hacerlo.
En zonas rurales, en tanto, es importante que las comunidades trabajen en zonas de contención o de cortafuego: sitios sin vegetación o con pasto verde, donde el fuego no pueda expandirse con facilidad. En días de fuertes vientos o altas temperaturas, es clave evitar manipular fuentes de calor, y en todo momento tener la máxima precaución en la manipulación de sistemas eléctricos o líquidos inflamables.