• Dom. Mar 23rd, 2025

Este 8 de marzo, mientras celebramos el Día Internacional de la Mujer y reconocemos las luchas por la igualdad, es imperativo dirigir nuestra mirada hacia un grupo que frecuentemente queda en la penumbra de las políticas públicas y del reconocimiento social: nuestras mujeres mayores de 55 años.

Chile envejece aceleradamente y con rostro de mujer. La feminización de la vejez es una realidad innegable que requiere atención urgente. Estas mujeres, que hoy ingresan a su edad plateada, pertenecen a una generación que rompió barreras, abrió caminos en espacios tradicionalmente masculinos y, simultáneamente, sostuvo sobre sus hombros el peso invisible del cuidado familiar.

Sin embargo, la paradoja resulta dolorosa: quienes dedicaron su vida a cuidar de otros enfrentan ahora una vejez marcada por pensiones insuficientes, producto de trayectorias laborales interrumpidas y salarios históricamente inferiores. La brecha de género en las pensiones no es solo una cifra estadística; representa años de trabajo no remunerado y subvalorado.

Las cifras nos revelan una realidad alarmante: mientras mayor es la edad de nuestras mujeres, mayor es su vulnerabilidad socioeconómica. Muchas continúan siendo cuidadoras de esposos enfermos, nietos o padres centenarios, postergando nuevamente su bienestar personal.

No obstante, sería injusto no reconocer el inmenso capital social que estas mujeres representan. Su experiencia, sabiduría y resiliencia constituyen un tesoro incalculable para nuestra sociedad. Ellas son guardianas de memoria, transmisoras de cultura y pilares fundamentales de cohesión comunitaria.

Los desafíos son múltiples: debemos repensar urgentemente nuestros sistemas de protección social con perspectiva de género; reconocer y valorar económicamente el trabajo de cuidados; garantizar el acceso a servicios de salud especializados en las necesidades femeninas del envejecimiento; y combatir los estereotipos negativos que invisibilizan el potencial de aporte de las mujeres mayores.

Las oportunidades también son evidentes. Programas privados y públicos han demostrado que, con las herramientas adecuadas, estas mujeres pueden reinventarse laboralmente. Iniciativas intergeneracionales enriquecen tanto a jóvenes como a mayores. La economía plateada representa un sector con enorme potencial de desarrollo.

Este 8 de marzo, mientras marchamos por la igualdad y celebramos los avances conseguidos, no olvidemos a quienes abrieron el camino. El verdadero feminismo es interseccional y debe incluir la variable edad en sus análisis y demandas. La deuda con nuestras mujeres mayores es una deuda con nuestra propia historia y futuro.

Como sociedad, tenemos la responsabilidad de construir un Chile donde envejecer siendo mujer no signifique pobreza, soledad o invisibilidad, sino dignidad, reconocimiento y nuevas oportunidades. Solo así podremos hablar realmente de igualdad sustantiva.

Por Cristhian Rodríguez Schneider

Directivo en FundacionesMentor Centro de Emprendimiento Senior EIAN.

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